Había una luna llena
impresionante, blanca, redonda y con unas pocas nubes a su alrededor que
parecía que jugaban con su perfil para hacerlo más poético. Cada vez que la
mirabas la veías distinta, pero igual de hermosa, bella y serena…
¿Será por eso que me siento
tan identificada con la palabra lunática…? quien no es un poco lunático en su
vida, en su día a día, en su hogar, con sus amigos… suerte de esas pequeñas
locuras que a veces dejamos que se nos escapen y hacen que los demás y hasta
nosotros mismos disfrutemos de ellas… ¿Pero por otro lado, que culpa tendrá la
luna de nuestras locuras? Puede que ella nos haga soñar, sea la guardiana de
nuestro reposo, o hasta esa sabia consejera, que de madrugada siempre está ahí…
Pero de ahí a relacionar la palabra lunático (el adjetivo) con la luna…
Esto me ha hecho recordar un
pequeño texto que escribí hace unos años… y qué mejor día que hoy para
releerlo y compartirlo con vosotros, con esa inmensa luna vigilándonos desde el firmamento…
UN CACHITO DE FIRMAMENTO
Quédate aquí, no te muevas,
voy en busca de un regalo para ti. Voy a intentar adueñarme de un trocito de
firmamento, voy a subir alto, muy alto, junto a las estrellas y les preguntaré
con quién tengo que hablar y donde he de firmar para tener ese pedacito de
universo. Será un cachito nada más, no quiero que sea muy grande ni muy
inmenso, piensa que quizás haya otras personas que en sus horas bajas también
lo puedan necesitar.
Así cuando caiga la noche
podrás elevarte y soñar. Desatarás todos los lazos que te unen con tu realidad,
y después de todo este tiempo podrás descansar y disfrutar, pero sobre todo
harás que tus más bellos sueños se conviertan en realidad. Por eso estoy aquí,
bajo la mirada recelosa de la luna y junto a la curiosidad de sus pequeñas
estrellas, preguntándoles con quien tengo que hablar o a quien le he de pedir
para conseguir algunos metros de su bello tapiz.
“Prometo cuidar de tus
pequeñas luciérnagas”, le digo a la luna, “las mimaré y observaré cada noche, y
hasta les pediré algún que otro deseo. Y tú serás mi consejera cuando alguna
pena me trastorne o alguna tristeza invada mi corazón. Te dejaré opinar sobre
mi vida y hasta ayudarme a decidir. Pero ante todo, serás la primera en saber
de mis alegrías. Prometo no tener secretos para ti. Pero permíteme comprar un
pedacito de tu negro cielo, tengo alguien allá abajo, en la Tierra, que
necesita hallar un pequeño fondo en el que soñar, para reír o hasta, a veces,
para llorar, pero ante todo, para saber que aún existen cosas bellas por las
que luchar.
Porque a pesar que la noche
es oscura, tú la vienes a iluminar, y aunque, al llegar el día partes hacía un
misterioso lugar que seguramente sólo tú conocerás, al anochecer, siempre
regresas para que podamos imaginar esos cuentos y esas historias que sólo en la
oscuridad de tu noche se pueden convertir en realidad. Entonces, ¿qué me
contestar? ¿Me harías ese gran favor? ¿Me alquilarías un cachito de este
maravilloso mundo en el que te ha tocado vivir? ¿Harías eso por mi? Piensa en
esa otra personita que desde ahí abajo reza para que digas que sí, para saber
que por las noches tendrá un sitio mágico adonde ir, para saber que cada noche
podrá estar junto a ti, bailar junto a las estrellas y reír, y disfrutar de
todo lo que quizás en ese día no le tocó vivir.
Ahora te dejo, quiero volver
junto a ella, y tú no debes tener toda la noche para mi. Piénsalo, medítalo,
valora todo lo que te acabo de decir, yo regresaré cada noche hasta poder
decirle a mi pequeña princesita que sí, que su amiga la luna la invita a subir,
a jugar con las estrellas y a disfrutar cada noche y hacerla feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario